EL ESPÍRITU DE LOS JUECES Y JURIMETRÍA

Prácticamente, la batalla es inextinguible; y parece que el ser humano está condenado a lidiar con su pasado. Desde uno de los bandos, las razones causalistas emergerán como praderas de flechas que volarán a oleadas contra nosotros. Señalando: Uno es lo que dice, otro es lo que dijo; uno es como hizo, otro es como hace. Y siempre habrá una razón que busque matar al Futuro y a la Libertad.

Pero lo contingente es la Libertad; pues a pesar del pasado, el futuro solo existe como fin. Sin embargo, la desesperación humana, desde la llanura de su tumba, siempre ha atacado brutalmente toda razón de libertad y se mortificará en la idea de la predictibilidad. Aunque de nada sirve querer convertir la voluntad humana en un efecto: y es que solo es causa del propio futuro que le sucede. Observen que nadie se reconoce a sí mismo como pura materia, aunque haya creído definir la composición de los demás: Uno siempre se salva. ¿Quién no se considera elegido?

Sepan que con Jurimetría se insinuará que las decisiones judiciales podrán ser tratadas bajo un análisis causalista hasta el punto de poder sistematizarse la sindéresis judicial. Sea cosa de locos.

Entiendan que la nueva herramienta funciona basándose en el big data que se origina con el conjunto documental de todos los procesos judiciales. Se llega a esto una vez afinada la tecnología que permite, por un lado, digitalizar los textos, y por otro, clasificar por medio de robots los contenidos digitalizados. Se abre por lo tanto un nuevo espacio para la técnica de sistematizar la sustanciación procesal. Con esta nueva tecnología se podrá, ciertamente, obtener mayor información sobre numerosos aspectos de los procesos, históricamente adquirida como resultado fastidioso de la experiencia e intuición profesionales. Ahora bien, toda conclusión que apunte hacia presuntas pautas que debieren de seguir las decisiones judiciales, habrá de ser necesariamente falsa: o mentira (lo que sería algo culpable). Será tan necesariamente falsa como necesaria es la Libertad humana; tan mentira como la acusación de prevaricación que se habrá de contener en una tal conclusión.

En primer lugar, debemos entender que la interpretación por medio de un robot del sentido jurídico de una resolución judicial, no funciona. Actualmente, el desarrollo alcanzado, no supera una lectura congelada. Pero digamos que realmente, lo que hacen los robots, no es propiamente una lectura, sino una repetición. En segundo lugar, incluso suponiendo que una máquina hubiere entendido y calculado el valor de la culpa humana, le faltaría todavía fijar la conclusión: ¿Cómo habrá de medir el juez en el nuevo caso, el distinto peso que la culpa que se trae ha de tener con respecto a todas y cada una de las culpas anteriormente juzgadas? Que vaya por delante: negamos la mayor. Ningún robot, nunca, podrá juzgar, entender, interpretar o predecir el alma humana.

Para terminar, digamos que una resolución judicial es un juicio humano, fundamentalmente basado en el sentido profundo que guarda el ánimo de las personas. La pauta que encontraremos detrás de todo juicio será tanto, la norma del deber ser que, o escrita o como costumbre, nos sirve como fuente reconocible de obligaciones, como la valoración de la prueba sobre las versiones de los hechos ocurridos. Todos sabemos que la norma es general, igual que las personas y sus circunstancias son universos individuales, libres, y paradójicamente, inconmensurables por el juicio humano. Recordemos que un juez, es alguien a quien se ha confiado políticamente la responsabilidad de marcar el paso de la virtud de la prudencia.

Con todo, debemos estar preparados para la nueva tanda de dardos que sobre el espíritu humano está lanzando la torcida mente de aquellos que esperan atrapar al hombre enredando su pasado.